Queridos padres analógicos: hace tiempo que quería escribiros sobre nuestros adolescentes y uso de redes sociales. Esa combinación que nos da miedo. Y quería deciros que la revolución digital ha venido para quedarse y más vale que lo integréis. O estaréis perdidos.
Cuando tuve a Candela en 2004 siempre me mantuve firme: nunca tendría ni móvil ni redes sociales hasta los 14 años. Pero creció. Y cuando los hijos crecen, la mayoría de las veces no puedes cumplir exactamente con el programa que habías diseñado.
«No necesitas un móvil porque papá te lleva al colegio y yo te recojo». Así que metió mi número en varios grupos de amigos y de vez en cuando le dejaba usarlo. «No me entero de lo que organizan, mamá». «No te preocupes, que te voy avisando». Y así lidiamos ese toro. «¿Y una cuenta de Instagram, mami?. Todos tienen una…» Tenía once años. Iba a quinto. No, no y no…
¿No? Dilema interno. Quería Instagram. Y yo me negaba. Era de las pocas que se quedaba fuera de la foto. Así que abrimos una cuenta de Instagram con condiciones. Y pacté con mi adolescente el uso de redes sociales.
- Será privada
- Sólo podrás aceptar a tus amigos.
- La condición para aceptar es que nosotros conozcamos en persona a tus contactos. Y tendrás que preguntar si puedes.
- Y que veamos tu foto antes de subirla.
- Si no cumples, la cuenta se cierra,
[Tweet «Nos negamos a que nuestros hijos usen #RedesSociales. Yo pacté cómo podía usarlas»]
«¿Y el móvil, mamá?». «El móvil no, Candela. Hasta que cumplas catorce años».
No necesitaba el teléfono para nada… pero sucedió. Había entrado al instituto y un día el autobús se retrasó. Bastante. Siempre llega a las 14,30. Y no pudo avisar. «Yo te quería llamar pero mis amigas no tenían batería».
Así que, adelantándome dos años, en octubre de 2016 su regalo de cumpleaños fue un teléfono móvil. Es duro y difícil gestionar adolescentes y uso de redes sociales. Pero encontré un contrato en internet y lo adapté a nosotros. Aceptó la normas.
- El teléfono es de los papás. Sólo te lo prestamos.
- Como es nuestro, siempre sabremos la clave de acceso.
- No podrás descargar aplicaciones sin autorización.
- Hay un horario de uso. Estricto y limitado. Y a las 20,30 se acaba.
- Si se estropea o se rompe, tú eres responsable.
- Cualquier incumplimiento, el teléfono dejará de tener internet y sólo servirá para llamadas.
Ha pasado año y medio. Sé que no tenía los 14, pero la estamos acompañando en el proceso digital. Y gestionando la combinación adolescentes y uso de redes sociales. Enseñando, formando, advirtiendo… De momento, sólo tiene Instagram y la locura de musical.ly. En mi red de fotos tengo a sus contactos. Los voy siguiendo. También a los/las youtubers que le chiflan.
Tengo la suerte de que es una jovencita madura y sensata. Analítica y un poco miedosa, aunque con ganas de investigar.
Su hermana pequeña es más atrevida. Ahora tiene 10 años, va a quinto, pero no tiene las mismas condiciones. «Jolín, en mi clase ya tienen cuenta de Instagram. Y a Candela le dejaste». «Sí, Carlota, pero tú necesitas un poquito más de madurez para que aprendas muy bien a hacerlo».
Queridos padres, acompañadlos. Abrid cuentas en redes y aprended a manejarlas. Observad desde ahí. Es lo que viene y esto no ha hecho más que empezar. Reconozco que adelanté mis pronósticos dos años, pero todo va demasiado rápido y lo mejor es vivirlo con ell@s.
[Tweet «Acompañad a vuestros hijos en el uso de #RedesSociales. Abrid cuentas y aprended a usarlas»]
FOTO: Foter.com