Feliz año nuevo. Un año de Covid y hoy sí que comienza 2021.
Ha sido el año más raro, largo y revuelto de mi vida. El año que vivimos peligrosamente.
Si alguien me llega a decir que cuando mi padre se puso más enfermo iba a estar solo en un hospital y entrar cinco veces al quirófano sin compañía… yo hubiera pensado que eso era el guión de una nueva versión para el cine de ‘2001: una odisea del espacio’.
Pero no. No era que Arthur C. Clarke hubiera resucitado. Era verdad, verdadera. Como dice mi sobrino Mario, que tiene sólo cinco años.
Por eso hoy te deseo feliz año nuevo. Porque hoy vuelve todo a empezar. Ha pasado ya un año desde aquel 14 de marzo.
Recuerdo que aquella noche no dormí. Las niñas ya no fueron al colegio el viernes 13. Allá se quedaron los libros. “Serán quince o veinte días, tranquilas”. Y para ellas fue como unas vacaciones adelantadas de Semana Santa.
Pero pasaron los quince o veinte días y vinieron muchos más. Hasta 365 días más.
Y yo no hacía más que pensar eso de “a ver si todo vuelve a ser como antes”.
Pero no, querid@ amig@: no hay antes al que volver.
Ahora ya todo ha vuelto a empezar y no hay que esperar más a que todo esto cambie. Porque ya ha cambiado. Y lo de antes, no volverá. Ni siquiera tú eres el mismo. Pasado, pisado…
Así que, sacude ya la cabeza y prepárate a vivir. Deja los antes. Feliz año nuevo, feliz vida nueva.
Y… ¿QUÉ ME HA ENSEÑADO ESTE AÑO?
Vamos allá, que te lo cuento.
Primero, que somos vulnerables.
Y que en cualquier momento se nos cae el chiringuito. Que es imposible tenerlo todo controlado, y mira que a mí me gustaba controlar…
Segundo, que tengo miedo.
A finales de marzo de 2020 se lo reconocí a mi hija pequeña. “Mamá, ¿tienes miedo?”. Y le dije que sí.
Me miró con unos ojos muy abiertos de doce años, pero preferí no mentirle. “Tengo miedo, Carlota, porque nunca antes he vivido así, entonces no sé qué va a pasar…”. Y ella abrió más los ojos. “Normal, mamá… yo también tengo miedo cuando no sé qué va a pasar”.
Y me quedé más tranquila. Ella entendía mi miedo.
Tercero, que sí se llora.
Y así os lo cuento siempre: que para aceptar y adaptarse, primero hay que llorar. Y yo he llorado mucho en un año de Covid. De pena pero también de alegría.
Y cuarto, que hay un tropel de personas nuevas que te quieren conocer.
Y que esas personas están en el universo digital. Quieren conocerte y tienes que aprender a acercarte a ellas.
Así te he conocido a ti y a ti y a ti este año.
Me has dejado asomarme a la pantalla de tu casa en Teruel, en Sevilla, en Córdoba, en Oviedo, en Ciudad Real, en Toledo, en Soria, en Las Palmas, en Palencia, en Valencia, en Alicante… y en Castellón.
Porque me he asomado hasta a la pantalla de mis vecinos. “Sandra, vamos a tomar el aperitivo por Zoom”. “Venga, vamos”.
Y yo sacaba a la terraza una cervecita y unas aceitunas y hacíamos un chin chin virtual.
Qué cosas tan raras han pasado este año. Que hasta me comí las uvas el 31 diciembre viendo a mis padres por la tele.
Así que, feliz vida nueva, querid@s mí@s. Ha sido muy emotivo vivirlo con vosotr@s.
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Me apasiona la comunicación y el marketing. Y dediqué los 21 primeros años de mi vida profesional al periódico El Mundo y la comunicación empresarial e institucional.
En 2013 emprendí un proyecto de marketing digital y franquicias on line para conciliar con mi vida de madre.
Desde entonces ayudo y enseño a otros emprendedor@s que quieran hacer lo mismo que yo y me involucro al máximo en su éxito. Porque la clave en este siglo XXI es la suma de experiencias y el trabajo en equipo.
Como de costumbre, en tu estilo tan personal e inconfundible. Me encanta.